noviembre 03, 2013

eres, soy, somos.

Eres el nombre que recuerdo cuando dicen “te amo”.
Eres el nombre que recuerdo a la hora del olvido.
Eres cuando dejo de ser el personaje que quieren que sea.
Sin duda puedo quedarme contigo mientras sea necesario.

Para mí siempre es necesario. 

abril 30, 2013

microcuento 4 parecido al siguiente

Verla a ella durmiendo en la mañana le ocasionaba una confusión terrible. no sabía si estaba despierto o aún seguía soñando. de todas formas, había que levantarse. 

abril 25, 2013

ideas prácticas para economizar

Ir al supermercado después de tomar una once contundente.
Esperar una micro que venga llena y subirse por la puerta trasera.
Antes de salir con amigos no olvides olvidar tu billetera.
Siempre ir a las tiendas cuando están cerrando.
Ser vegetariano para las fiestas patrias.
Vivir con tus papás el máximo de tiempo posible.
Convertirse en testigo de Jehová durante el mes de diciembre.
Estar constantemente ahorrando.
Reutilizar el confort.
Las agendas sirven para dos o tres años, basta con cambiarle los números.
Los tallarines son muy ricos.
Si quieres viajar léete un libro.
Siempre se puede descifrar la clave del wifi del vecino.
Palabras mágicas: "No tengo sencillo"
Si eres gerente de una transnacional, haz que tus clientes donen su vuelto.


abril 23, 2013

Microcuento 3

Quería reír, calmarse, dormir, llorar, conocer gente y viajar,  así que se puso a leer un libro. 

abril 18, 2013

Microcuento 2


El espejo me sermoneaba todas las mañanas hasta que un día decidí increparlo. En ese momento empezó la catástrofe, me dí cuenta de que el espejo seguía hablándome.

Microcuento 1


Quedaba tiempo para absolutamente nada. Decidí hacer nada, que es para lo que en realidad quedaba tiempo.

febrero 22, 2013

Cuando beso la guitarra

Anhelo hacer temblar tus delicadas venas, esas que nacen y terminan en una distancia perfecta. Mis manos se impacientan por querer rozar la fragilidad de tu cuello, tus cabellos, la textura de tu piel. Es que los celos me consumen cuando alguien te toma por la espalda e intenta emular lo que solo tú y yo hemos vivido y descifrado. No basta con querer figurar y aparentar, pues lo que realmente importa es lo que sucede en la intimidad. En la quietud de una noche otoñal, fría, serena. En ese instante yo pienso y tú respondes. Tú piensas, yo me entrego a ti, desnudo y tu desnuda. 
Nadie tiene la capacidad de ignorarte. Repartes alegría y melancolía, no eres una más de la fiesta sino la más importante. Recorres el mundo haciendo reír y llorar. Te respetan, todos y todas te admiran y tú, tú sí que no sabes discriminar. Para ti no existen clases sociales, ni idiomas, ni estilos, ni modas. Eres lo que otros esperan de ti, te moldeas a sus necesidades a pesar de que algunos no te merezcan. Así de humilde, así de grande. 
Muchos te fotografían, muchos usan tu imagen, muchos abusan de ti. Me apena que te dejes explotar por cualquiera que se le dé la gana, sin pedir permiso, sin darte las gracias. 
Pero yo, mi amor, te agradezco todo y te reprocho nada. Cómo podría hacerlo, si al desempolvarte luego de todo un día haberme esperado, aún sonríes, te tomo en mis brazos y ya nada importa.
Déjame amarte una vez más cuando ya no haya esperanzas, cuando ya no haya algo que valga la pena. Porque todo puede desaparecer, inclusive el amor, pero tú preciosa mía, tú eres eterna.


enero 29, 2013

Nueve Aeme

Me encontraba en casa de la abuela. El lugar no es relevante. De repente llega a mi celular un mensaje de ella, el cual decía que necesitaba hablar conmigo de forma urgente. Al poco rato, su figura aparece dentro de un auto, fuera de la casa donde me encontraba. Nos miramos a los ojos, la abracé y caminamos unos metros, de la mano. Algunos amigos que ahí estaban no dudaron en molestarnos, haciendo todo tipo de bromas, de esas pasadas de moda. Decidimos alejarnos un poco. 
Me empezó a contar y dar excusas sobre una niña con la que ella hablaba, mientras intentaba hilar otras frases incoherentes, tratando de evadir algo que aún no entendía. De pronto, y sin esperarlo, me grita: "¡la hermana del niño que amo!". Cuando ella termina de decir esa frase, sentí un ahogo intenso, un dolor más físico que otra cosa. Algo muy raro. Por poco no me desvanecí, sin exagerar. El aire estaba en peligro de extinción para mí, pero logré guardar un poco para replicar lo único que se me ocurrió en ese momento: "¿¡Qué!?". Los ojos los tenía llorosos inconscientemente, y no era primavera. Traté de salir corriendo, pero ella me tomaba del brazo con todas sus fuerzas y  me decía: "¡espera, por favor espera!" Me detuve: "¡Pero si una vez me dijiste que me amabas! ¡Te entregué todo!" Me mira, y sin titubear responde, fríamente: "Es que nunca dije que te amaba tanto como a él".
No sé como terminé abrazándola de la cintura, mientras ella solo ofrecía una leve sonrisa. En ese momento desperté, me senté en la cama y dije: "¡Mierda, parece que de verdad la amo!"